VOLCÁN

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Hace apenas unos días fue encontrado solo, en un callejón polvoso de Tepoztlán, Morelos, un pueblo afectado por los incendios de la semana pasada. Entre el humo, el calor y el silencio, alguien muy chiquito —apenas de dos meses— resistía como podía con una parasitosis extrema, sin entender por qué el mundo lo había dejado ahí.

Pero la vida le cambió. Hoy duerme calientito, come bien, y su pancita ya está sanando.

Desde que llegó, ha sido una esponjita de amor y curiosidad. Como todo buen cachorro, quiere morderlo todo (¡todo!), pero lo más hermoso es lo rápido que aprende. En menos de lo que canta un gallo ya entendió que el jardín es su baño, y todos los días da pasitos más firmes hacia una vida digna y feliz.

Le encanta observar a mis otros perritos. Los estudia con una mezcla de admiración y ternura, como si dijera: “Así se hace, ¿verdad?” Poco a poco va encontrando su lugar en este mundo. Cada día se le asoma más su personalidad: juguetón, sensible y con un corazón gigante que solo quiere compañía, dar besitos + mimos y un poquito de paciencia para seguir aprendiendo.

Este pequeño es un sobreviviente. Y ahora, lo que necesita es una familia que lo acompañe en esta nueva etapa donde, por fin, puede ser simplemente… un cachorro.

Si sientes que este compañero de vida podría ser para ti, mándame mensaje. Él está listo para recibir todo el amor que un día le fue negado —y devolverlo multiplicado por mil.

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