FERMÍN
Fermín llegó a nuestras vidas en Cuautitlán Izcalli. Una tarde, los ladridos de mis perros nos llevaron a descubrirlo, inmóvil, refugiado en el negocio de mis padres. Su estado era desgarrador: cubierto de mocos, incapaz de levantarse. Lo llevamos al veterinario, donde inició su tratamiento contra una severa infección respiratoria.
Pronto conocimos su historia. Los vecinos contaron que había escapado de un hombre que lo mantenía atado y lo golpeaba constantemente. Además fue maltratado a un nivel severo, a Fermín le dispararon repetidas veces, pero el sobrevivió y es todo un guerrero.
Hoy, Fermín lleva las marcas de su pasado. Perdió un ojo y sigue en tratamiento, pues los perdigones siguen dentro de él, pero su espíritu ha renacido. Es activo, cariñoso y está aprendiendo a caminar con correa y a seguir comandos. Busca compañía, caricias y alguien que le dé el amor que nunca tuvo.
Después de tanto dolor, Fermín está listo para una segunda oportunidad. Solo necesita a alguien que le enseñe que el amor puede más que cualquier herida.